Sueños perrunos

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Me he tomado un relajante muscular. Por puro vicio. No me duele la espalda ni el cuello. Nada. Solo quería ponerme blandita. También puse la banda sonora de Amelie. Con esas canciones que me producen una mezcla de tranquilidad, tristeza y felicidad. Quiero dormir profundamente. Anoche tuve un sueño intermitente, de esos que te mantienen adormecido en la superficie pero no llegas a bajar al fondo. Y soñé, soñé mucho. Sólo recuerdo el sueño final. El de las seis de la mañana, cuando el frío entraba como un hilito por la ventana y empezaba a clarear el día, después de beberme media botella de agua.

Soñé con mi hermano y dos perros. Dos perros obligados a entrar en una maleta. Dos perros maltratados y callejeros. Me rompía el corazón verlos así. Y en un momento en que estaban muy apretujados -como los cerdos que veo en los camiones, en la A6, cada mañana-, el más grande se abalanzaba sobre el más delgado y le clavaba los dientes en el cuello. Vi que su colmillo se hundía más de lo que quería. Y entonces quiso salirse pero no podía. Empezaba a tirar y terminó desgarrando un buen trozo de piel del otro perro que salió corriendo, ensangrentado. Yo lloraba y pedía que alguien alcanzara, por favor, al perro herido. Vi sangre, dientes y muchos pelos enmarañados. Y me desperté con la garganta seca.

No quiero un manual para interpretar sueños. Pero estos, seguro que de algo hablarán. Mi cabecita loca ¿en qué mundo andará?.  Así que mientras tanto, me entrego al Myolastan.

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Salomé con 3 meses. Fue mi primera compañera perruna. Era una labrador criolla negra. Cali, Colombia, 2000.

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Carolina

Soy Carolina González González. Soy colombiana y vivo en España. Estudié Comunicación Social y Periodismo y Marketing. He trabajado durante muchísimos años en Marketing y Comunicación empresarial. Sin embargo, nunca he dejado de escribir; hay algo dentro de mí que me anima a escribir todo tal y como lo veo y, sobre todo, tal y como lo siento. Comulgo con que hacemos parte de la sociedad del cansancio. Y precisamente, para hacerle un poco el quite a ese cansancio, quiero seguir escribiendo.

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