Con esta luz todo se puede. Ir y venir. Volver. Llegar.
Cuando sueño, sueño azul. Azul este mar. Azul este cielo. Azul esta luz infinita.
Por el Mediterráneo azul vuelvo, por el azul intenso del Atlántico me paseo, y extraño el Pacífico, que también sabe ponerse azul.
La brisa levanta los poros. El aire suena violento. Huele a sal. Tengo la sensación de estar y no estar.
Soy esa luz parpadeante, no la que se queda.
Soy una luz intermitente que no me deja estar.
Estoy atenta: miro la luz, miro la luz, miro la luz.
Como las olas violentas, rompedoras, que se acercan y se echan para atrás.
Pero la luz todo lo puede. Esta luz, la que parpadea y la de la primavera que se queda, la que se vuelve azul en el agua y azul allá arriba y azul dentro de mí. Azul que ni en la memoria se borra. Azul intermitente. Azul que no se va.