La luz que no se va

L
Pescador en el Pacífico colombiano. Termales, Nuquí, Chocó. Septiembre 2016

Con esta luz todo se puede. Ir y venir. Volver. Llegar.

Cuando sueño, sueño azul. Azul este mar. Azul este cielo. Azul esta luz infinita.

Por el Mediterráneo azul vuelvo, por el azul intenso del Atlántico me paseo, y extraño el Pacífico, que también sabe ponerse azul.

La brisa levanta los poros. El aire suena violento. Huele a sal. Tengo la sensación de estar y no estar.

Soy esa luz parpadeante, no la que se queda.

Soy una luz intermitente que no me deja estar.

Estoy atenta: miro la luz, miro la luz, miro la luz.

Como las olas violentas, rompedoras, que se acercan y se echan para atrás.

Pero la luz todo lo puede. Esta luz,  la que parpadea y la de la primavera que se queda, la que se vuelve azul en el agua y azul allá arriba y azul dentro de mí. Azul que ni en la memoria se borra. Azul intermitente. Azul que no se va.

 

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Carolina

Soy Carolina González González. Soy colombiana y vivo en España. Estudié Comunicación Social y Periodismo y Marketing. He trabajado durante muchísimos años en Marketing y Comunicación empresarial. Sin embargo, nunca he dejado de escribir; hay algo dentro de mí que me anima a escribir todo tal y como lo veo y, sobre todo, tal y como lo siento. Comulgo con que hacemos parte de la sociedad del cansancio. Y precisamente, para hacerle un poco el quite a ese cansancio, quiero seguir escribiendo.

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